El rey Carlos III recibe a Trump en Windsor en la segunda visita oficial del presidente a Reino Unido

Por Redacción
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Trump llegó en el helicóptero Marine One, recibido por el príncipe Guillermo y su esposa, Kate, quienes lo acompañaron junto con la primera dama Melania Trump hasta la recepción oficial con el rey y la reina Camilla. Desde allí, el mandatario y sus anfitriones viajaron en carruajes tirados por caballos, pasando frente a tropas de las fuerzas armadas británicas mientras sonaban los himnos nacionales de ambos países.

Durante el trayecto, el rey y el presidente compartieron conversación en el Carruaje Estatal Irlandés. Al llegar al patio del castillo, Trump pasó revista a una guardia de honor vestido con el tradicional uniforme rojo y sombreros de piel de oso, acompañado por Carlos III.

La ceremonia en Windsor marcó la segunda visita de Estado de Trump al Reino Unido, un privilegio sin precedentes para un presidente estadounidense. El despliegue incluyó cerca de 120 caballos y 1.300 soldados, una de las guardias de honor más grandes en la memoria reciente, diseñada para impresionar a un mandatario conocido por su gusto por el lujo.

El escenario de la jornada fue el Castillo de Windsor, una residencia real de casi mil años de antigüedad, cuya majestuosidad fue destacada por expertos como un entorno “más fotogénico” que el Palacio de Buckingham, actualmente en renovación.

Aunque la monarquía británica carece de poder político, las visitas de Estado siguen siendo un poderoso símbolo diplomático. Ningún otro presidente de EE.UU. ha sido invitado dos veces, un gesto que subraya el interés de Londres en fortalecer la relación bilateral en un momento de tensiones globales.

El jueves, Trump tiene previsto reunirse con el primer ministro Keir Starmer para discutir un nuevo acuerdo tecnológico que busca atraer miles de millones en inversiones de empresas estadounidenses y reafirmar los lazos transatlánticos pese a las diferencias en torno a Ucrania, Medio Oriente y la OTAN.

La visita, sin embargo, también se ve acompañada de controversia. Starmer despidió recientemente al embajador británico en EE.UU., Peter Mandelson, debido a su relación pasada con Jeffrey Epstein. Además, el grupo activista Led By Donkeys proyectó una imagen de Trump junto a Epstein en una de las torres del castillo, lo que resultó en cuatro arrestos.

Tras un almuerzo privado y la visita a una exposición sobre la relación histórica entre ambos países, los reyes ofrecerán un banquete de Estado en honor a Trump. El evento reunirá a 160 invitados en una mesa de caoba de 50 metros decorada con plata de dos siglos de antigüedad. Carlos pronunciará un discurso y brindará junto al presidente estadounidense.

A diferencia de otros líderes, Trump no se dirigirá al Parlamento debido a que la Cámara de los Comunes está en receso.

El gobierno británico trasladó la visita fuera de Londres para facilitar la seguridad. Windsor, con poco más de 30.000 habitantes, se convirtió en un centro de operaciones con estrictos controles tras el asesinato en Utah de Charlie Kirk, aliado político de Trump.

En su primera visita de Estado en 2019, Trump fue recibido en Londres por masivas protestas, incluida la famosa figura inflable del “bebé Trump”. Esta vez, las autoridades esperan minimizar las manifestaciones en el entorno más controlado de Windsor.

“El palacio de Buckingham tiene su balcón, pero Windsor es un castillo de verdad”, resumió el historiador Robert Lacey, consultor de la serie The Crown, al describir el simbolismo del lugar elegido para la visita.