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La Ouija, ¿juego o trato mortal?

Una lluviosa tarde de invierno de 1972, por azares del destino una adolecente de los suburbios de la ciudad de Chicago entró a la juguetería del centro comercial, Jennifer soló quería pasar el rato entre los pasillos de la tienda curioseando, nunca pensó que aquella decisión cambiaría el breve resto de su vida.

En uno de los anaqueles una caja de color marrón llamo su atención, la tomó en sus manos para leer las promesas de diversión que aquel “JUGUETE” ofrecía:

“¿Quieres entablar contacto con lo desconocido y misterioso?, ¿Quieres contactar espíritus que no pertenecen al plano terrenal?… Llévame a casa y responderé cualquier pregunta que tengas para mí.”… eran las palabras que se podrían leer en la tapa de la caja.

La curiosa jovencita, inmediatamente se sintió atraída por aquella tabla de madera impresa con el abecedario, los números del 0 al 9 y las palabras, “Si”, “No” y “Good bay”; La cual le ofrecía la posibilidad establecer comunicación con algo o con alguien capaz de responder todas sus dudas.

A partir de ese día Jennifer convirtió a la Ouija en su juguete favorito, sin problema alguno podía pasar horas enteras con sus amigas, encerradas en su cuarto preguntándole cosas a la tabla, pero pronto terminaría la diversión.

Un par de meses después de haberla comprado, Jennifer tuvo la pésima idea de aprovechar su turno para preguntarle a la Ouija una pregunta que jamás se debe de hacer: “Cuándo voy a morir”.

Para sorpresa y asombro del grupo de amigas, el tablero respondió la pregunta que nunca debió hacerse, con tres escalofriantes palabras: “18”, “asesinada”, “estrangulada”.

Pero la respuesta no llego sola, estaba acompañada por una lúgubre sombra negra que cruzó por la habitación; asustadas, las chicas tiraron la tabla al suelo y salieron corriendo de la habitación.

Cuando el padre de Jennifer escuchó el alboroto, pregunto cuál era el problema, cuando las chicas le contaron lo sucedido, Joshep consideró que las cosas habían llegado demasiado lejos y no dudo en entrar al cuarto, tomar la tabla para quebrarla en dos y lanzarla a la chimenea.

Mientras la Ouija ardía entre las llamas, un inexplicable apagón se produjo en toda la ciudad, Joshep tratando de calmar a las asustadas jovencitas, les dijo: 

“Vamos, solo es una maldita coincidencia, no hay nada de qué preocuparse”.

Los años pasaron, y el asunto había quedado olvidado, la fatal profecía de la Ouija ya nadie recordaba, pero un día antes de que Jennifer cumpliera 18, después de la escuela la jovencita no regreso a casa, sus familiares, amigos y la policía la buscaron por cielo, mar y tierra, pero no lograron dar con su paradero, como si la tierra se la hubiera tragado.

Un par de días después de su desaparición, el 3 de octubre de 1976, un indigente que hurgaba en un contenedor de basura, realizó un macabro hallazgo, el cuerpo ya sin vida de una jovencita envuelto en bolsas de basura.

Los forenses determinaron como causa de muerte: “Estrangulamiento” y las preguntas de ¿Quién? y ¿Por qué? Nunca fueron respondidas.

Las coincidencias es algo que no existe, toda causa tiene un efecto, así que es mejor no abrir puertas que después no puedas cerrar.