Psicóloga Milena González: “Cuando tu hijo te abraza tras una discusión, está eligiendo el vínculo por encima del orgullo”

Por Redacción
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Las discusiones en familia no son una señal de ruptura, sino parte inevitable de la convivencia. Con herramientas emocionales adecuadas, estos conflictos pueden transformarse en oportunidades para fortalecer el vínculo afectivo entre padres, hijos y parejas.

Con la llegada de las vacaciones, muchas familias enfrentan nuevos retos de convivencia. Padres que deben lidiar con berrinches infantiles o tensiones adolescentes, hermanos que comparten más tiempo juntos, e incluso parejas que se replantean la relación. En medio de estas dinámicas, un gesto tan simple como un abrazo puede cobrar un significado profundo.

La psicóloga especializada en crianza Milena González señala que el momento en que un niño se acerca a abrazar a sus padres tras una discusión es clave en la resolución del conflicto. Ese gesto, explica, debe ser recibido con sensibilidad y apertura emocional.

Reaccionar con frialdad, añade, puede dañar el vínculo afectivo y aumentar la distancia emocional justo cuando el menor busca restablecer el lazo.

Para González, uno de los errores más comunes es interpretar el abrazo como una estrategia de manipulación. Frases como “ahora vienes todo cariñoso para conseguir algo” solo refuerzan la desconfianza. “Si tu hijo o hija se acerca, devuélvele el gesto. Si después hay algo que hablar, háblalo, pero no interrumpas ese momento con reproches, indiferencia o distancia”, recomienda.

El tercer error, más sutil, es no reconocer el valor emocional de ese abrazo.

Para muchos adultos, acercarse tras un conflicto fue un gesto negado en su propia infancia, lo que hace aún más importante no repetir ese patrón con las nuevas generaciones.

En palabras de González, ese abrazo es una elección: el niño o niña está eligiendo el vínculo por encima del orgullo. Y eso, afirma, es un acto de amor profundo.

Por eso, responder al gesto con disponibilidad emocional ayuda no solo a resolver el conflicto, sino también a prevenir heridas emocionales de largo plazo.

González destaca que esos momentos, por sencillos que parezcan, son oportunidades para enseñar a los hijos que el amor no desaparece por un error y que el afecto en casa no es condicional.