Resistir es ganar

Por Agencias
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El Madrid mantiene su acoso al Barça con un golazo de volea de Benzema y otro postrero de Kroos.

El Athletic le puso corazón, pero le faltó remate.

No hagan previsiones sobre el Madrid, el equipo del nunca se sabe, el novio de la muerte: parece que enferma, pero en realidad hiberna. Después de meterle tres goles en menos de media hora al Villarreal cuando ya recibía condolencias, sobrevivió con entereza a San Mamés, el volcán más activo de esta Liga. Lo hizo, además, con jugadores de la segunda unidad, presuntos inservibles durante meses. Camavinga minimizó riesgos, Ceballos cargó con el equipo, Asensio descubrió que también se puede triunfar sin la pelota. Y Benzema, con una volea excepcional, y Kroos hicieron rentable el trabajo del resto para seguir acosando al Barça. El Athletic le puso nervio y vértigo y mereció mucho más. La suya fue una derrota irreprochable.

San Mamés es el verdadero león, el rey de esta selva. Es el estadio el que le impone la fe al Athletic, el que le agiganta y el que encoge al adversario. Lo sabe Ancelotti, que ya ha estado en esta parrilla, y lo explicó con su alineación: los más frescos mejor que los más sabios. Un once sin Modric ni Kroos (el fútbol no conoce aforados) y con Camavinga, Ceballos y Asensio frente a un adversario al que renovó Valverde hace semanas. También él sentó entonces, tras una mala racha, a Muniain y orilló a Herrera, sus futbolistas más cerebrales, para abrir gas con los Williams y Berenguer, su escudería de Fórmula 1. El equipo ha cambiado su versión sinfónica por la supersónica.

No se quedó solo en la composición del equipo, sino en la actitud. Público y Athletic salieron a revientacalderas, con la presión más alta que se lleva en Primera y el plus de tener al Madrid enfrente. Aquella embestida obligó al equipo de Ancelotti a protegerse con balones largos, rifados, con pocas opciones de prosperar, aunque le bastó una buena salida para que cambiase el viento. Fue un balón profundo de Vinicius a Mendy y un centro retrasado de este que Benzema remató alto. La respuesta del Athletic fue un cabezazo cruzado de Vivian que sacó Courtois. Esa era la propuesta. Con el balón a ras de suelo, el partido era del Madrid; con él en el aire, amenazaba el Athletic. Y desde la derecha, Nico Williams le daba la tarde a Mendy, muy poco auxiliado por Vinicius, mientras en la otra banda no le pasaba una Nacho a Berenguer.

Un gol digno de La Catedral

En cualquier caso, unos y otros se quedaban cortos. Lo que el Athletic ganaba en las bandas, que era casi todo, lo perdía en el último pase. Lo que el Madrid construía con paciencia, moría en Benzema, que parecía haber perdido sitio y sensibilidad. No le crean, finge. En pleno debate sobre sus flaquezas, Valverde metió un balón en el corazón del área, Asensio midió mal el salto y lo que iba para remate quedó en un toque retrasado al que acudió el francés, dio un paso atrás y recetó una volea de izquierda imparable. Un tanto de dificultad extrema, de máxima sincronización, entre dos centrales tiernos. Uno más en San Mamés. Es jugador de catedrales.

El partido llegó al punto que le convenía al Madrid. Un Athletic volcado, obligado a destaparse atrás. Al espacio se expresa mejor el equipo de Ancelotti, que igualaba la batalla de la intensidad, su presunto punto débil. Incluso Rüdiger ofrecía cierta solidez. El área propia es amiga, dijo Ancelotti en la víspera. Esta vez lo pareció, especialmente cuando en los últimos partidos no había pasado de conocida.

El Madrid fue acomodándose al encuentro desde sus centrocampistas, especialmente Ceballos, que alternó el juego en corto y en largo, un respiradero para el fútbol del equipo. También Asensio, en un registro bien diferente al que se le supone: trabajó más que inventó, lo que pedía un partido macho de verdad. Esa condición de todoterreno no la tiene Rodrygo. Y funcionó Camavinga, con un sentido de la responsabilidad que no había demostrado hasta ahora.

Asedio y sentencia

El Athletic volvió a sus comienzos tras el descanso. Otro sobreesfuerzo en la primera presión para encerrar al Madrid, que ya no escapaba de la emboscada con la soltura de la primera parte. En un minuto Nacho pudo hacer el segundo y evitó el empate. Es su modo de pedir un mejor trato. El que no tuvo con Zidane y el que tampoco tiene con Ancelotti.

El Athletic fue perdiendo tracción y Valverde cambió el tercio con jugadores de mejor pie: Ander Herrera y Muniain. Fue después de que Asensio cruzara en exceso un remate claro tras una jugada de encaje entre Valverde y Benzema, que fueron saltando líneas con pasos de ballet. También el Athletic tuvo una ocasión de oro, que se le fue a Nico Williams, con un remate impropio de su gran partido.

El Athletic fue acumulando córners, producto de su acometida. En uno de ellos marcó Iñaki Williams, pero el tanto fue invalidado por fuera de juego de Guruzeta. La mejoría rojiblanca coincidía con un descarado conformismo del Madrid, que ya solo esperaba que el paso del tiempo le diera el triunfo. Así que la cosa quedó en un tremendo asedio. Para entonces el Madrid buscaba bajarle el pulso al partido con Modric y Kroos y Valverde metía a Raúl García, enemigo de cabecera de los blancos. Aquello duró hasta que en una contra Rodrygo le entregó un gran balón a Kroos y el alemán echó el cierre al pleito. Lo anunció Ernesto Valverde: cuando mejor estás jugando más cerca estás de perder.