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Cuáles son 3 de las principales bandas criminales que operan en Ecuador y qué se sabe de sus vínculos con carteles de la droga internacionales

Por Agencias
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Rodeado de guardaespaldas se sube a una camioneta luego de dar un discurso en el colegio Anderson de la ciudad de Quito. De repente se escucha una ráfaga de disparos.

Esto es lo que muestra el video que captó el momento en que el candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio fue asesinado este miércoles.

Nada más conocerse el deceso del periodista devenido en político, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, afirmó: «El crimen organizado ha llegado muy lejos».

Pese a que las investigaciones apenas se han iniciado, hay sobrados motivos para sospechar que este crimen, el último de una serie de hechos violentos que han empañado la campaña para las presidenciales anticipadas del próximo 20 de agosto, fue responsabilidad de alguna de las poderosas organizaciones delictivas que operan en el país sudamericano.

Las sospechas

En la tarde de este jueves las autoridades ecuatorianas confirmaron que el sospechoso del asesinato, quien falleció bajo custodia policial, era de nacionalidad colombiana, así como seis hombres que fueron detenidos en relación con el crimen.

Este jueves también, el presidente Lasso dijo que pidió la colaboración del FBI para el esclarecimiento del asesinato y que miembros de la agencia estadounidense llegarán a su país en las próximas horas.

Hay indicios que apuntan a que este asesinato fue ejecutado por una organización con muchos y largos tentáculos, dentro y fuera de Ecuador.

Por un lado, el hecho se registró en la capital, lejos de las zonas costeras del país, las cuales vienen siendo consideradas como los principales centros de operaciones de los grupos delictivos y escenarios de sus actividades.

Y, por el otro, el atentado se produjo pese a que el candidato estaba fuertemente custodiado.

El propio presidente Lasso reforzó las sospechas en el discurso que dirigió al país en la noche del miércoles.

“Este es un crimen político que adquiere un carácter terrorista”, afirmó el mandatario desde el Palacio presidencial de Carondelet.

“No dudamos que este asesinato sea un intento de sabotear el proceso electoral”, agregó, al tiempo que aseguró: “No le vamos entregar el poder y las instituciones democráticas al crimen organizado”.

Más que criminales

La dura declaración de Lasso no sólo es producto de la conmoción provocada por el suceso, sino que es parte de una postura que su gobierno viene asumiendo frente a las bandas delictivas.

En abril pasado el gobierno ecuatoriano declaró oficialmente como “terroristas” a las organizaciones criminales con vínculos con los carteles mexicanos y colombianos de la drogas y con otras agrupaciones delictivas internacionales.

La decisión la adoptó el Consejo de Seguridad Pública y de Estado (Cosepe), el cual concluyó que las bandas son una amenaza que “atenta contra los elementos estructurales del Estado y por consiguiente a su seguridad integral”, informó el secretario ecuatoriano de Seguridad Pública, Wagner Bravo.

La declaratoria perseguía facilitar la incorporación de las Fuerzas Armadas a la lucha contra estas agrupaciones. Esto, sin necesidad de dictar medidas como los estados de excepción.

Aunque las autoridades no precisaron a qué bandas consideran terroristas, a los días la prensa local comenzó a elaborar listas que incluían los nombres de hasta 20 organizaciones.

Los Lobos

Esta banda es considerada la segunda más grande del país, pues se sospecha que tiene unos 8.000 integrantes y además ha participado en varios de los motines carcelarios que en 2022 dejaron más de 400 muertos en el país, reportó InsightCrime.

Esta agrupación nació como escisión de Los Choneros, el cual hasta no hace mucho era considerado el grupo criminal más importante del país sudamericano, agregó el medio especializado en el estudio de la violencia criminal en la región.

Aunque originalmente su área de acción se limitaba a las zonas montañosas y selváticas del sur de Ecuador, Los Lobos comenzaron a expandirse hasta llegar a la costera Guayaquil.

Desde 2016, el grupo y sus aliados proveen armas y seguridad para el cartel mexicano Jalisco Nueva Generación, el cual controla parte de las rutas de cocaína en Ecuador, aseguró el medio ecuatoriano Código Vidrio.

Sin embargo, InsightCrime asegura que esta banda, junto a los Chone Killers y Los Tiguerones, habría formado otra organización llamada Nueva Generación, la cual habría perpetrado varios ataques contra líderes y territorios controlados por Los Choneros.

Aunque la facilitación del tráfico de drogas y la extorsión desde las cárceles son sus principales actividades, en los últimos años han encontrado en la extracción ilegal de oro otra fuente de ingresos. Así, la prensa local asegura que cobran un impuesto de 10% a los mineros que operan ilegalmente en zonas como la selvática provincia de Imbabura, en el norte del país.

Asimismo, se les vincula con el Frente 48, una disidencia de las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Los Choneros

Con entre 12.000 y 20.000 miembros en su momento cumbre, llegó a ser la organización criminal más importante de Ecuador.

Nació en los años 90 en la ciudad de Chone, en la provincia costera de Manabí; y de allí se extendió a Manta y otras localidades a las orillas del Pacífico.

Originalmente las autoridades la identificaron como un brazo armado de un cartel colombiano, que buscaba controlar las rutas de tráfico marítimas hacia México y Estados Unidos. Pero también tendría nexos con disidencias de las FARC, a las que ayudarían a pasar cocaína desde Colombia, de acuerdo con medios ecuatorianos.

Sin embargo, en los últimos años Los Choneros se habrían asociado con organizaciones criminales mexicanas.

“La megabanda de Los Choneros está ligada al cartel de Sinaloa”, aseguró en 2021 a la prensa española el coronel Mario Pazmiño, exdirector de inteligencia militar ecuatoriana y ahora analista en seguridad y defensa.

No obstante, con el paso del tiempo la organización fue evolucionando y también halló en las cárceles un negocio. Así llegó a controlar varias prisiones, donde sus miembros no solo se hicieron con el microtráfico de drogas, sino que además extorsionaron a los reclusos y orquestaron secuestros, reportó InsigthCrime.

Las autoridades estiman que las operaciones ilegales que realizan desde las cárceles les dejan a este tipo de organizaciones unos beneficios de alrededor de US$120 millones anuales.

Otras investigaciones periodísticas aseguran que organizaciones criminales como la mafia albanesa también están operando en Ecuador y que tienen o tuvieron vínculos con Los Choneros.

Sin embargo, la muerte y captura de varios de sus líderes, así como las divisiones provocadas por disputas alrededor de la sucesión la han debilitado en los últimos años, una situación que han aprovechado sus rivales para golpearla.

“Las megabandas necesitan establecer un control territorial y eso lo hacen a base de fuego y sangre”, agregó Mario Pazmiño para explicar la ola de violencia, dentro y fuera de las cárceles, que vive el país en los últimos años.

Entre enero y junio de este año en Ecuador se han registrado 3.513 asesinatos, lo que significa un aumento del 58% respecto a 2022, informó recientemente la policía.

Desde el organismo de seguridad estiman que, de mantenerse esta tendencia, la tasa de homicidios pasará de 20 a 40 por cada 100.000 habitantes, lo que convertirá al país en el más violento de la región.

Las autoridades sostienen que la mayoría de estos crímenes son producto de la acción de los grupo delincuenciales.

Los Lagartos

De acuerdo con la información manejada por InsightCrime, esta organización nacida en las prisiones de Guayaquil ha operado durante al menos diez años, poniendo a sus sicarios a disposición para liquidar a miembros y líderes de otras organizaciones más grandes.

No obstante, en algún momento comenzó a disputarle territorio a Los Choneros y a enfrentarse a ellos.

A Los Lagartos se le atribuyen sonados crímenes como el asesinato del actor y presentador de televisión Efraín Ruales, ocurrido en 2021.

La banda hoy tendría presencia en las 35 cárceles del país y sería otra de las responsables de los sangrientos motines ocurridos en los últimos años.

Pese a todas las medidas adoptadas por las autoridades, el auge de las megabandas criminales ecuatorianas parece no tener fin y hay quienes aseguran que van rumbo a convertirse en cárteles.

“Los Choneros, Los Lobos e incluso otras organizaciones más pequeñas, como Los Tiguerones y los Chone Killers, ya no son solo brazos armados a cargo de asegurar los embarques, sino que ofrecen servicios exprés para los grandes carteles mexicanos y de los Balcanes (los albaneses especialmente). Ya tienen el control de las rutas internas desde las fronteras hasta los puertos”, declaró un funcionario ecuatoriano que investiga la evolución de estos grupos criminales al diario digital Primicias.

La ubicación de Ecuador, entre Colombia y Perú, dos de los grandes productores de droga del mundo, junto con factores como la debilidad institucional y las desigualdades económicas han convertido al país en un campo fértil para el crimen organizado.