Editorial

Editorial: Cuando el camino es equivocado

Carlos Hernández es el editor de El Latino y un periodista con una amplia experiencia en periodismo. Ha sido corresponsal internacional en Atlanta, Nueva York y California de agencias de noticias como EFE de España y la Associated Press./EL LATINO

Muchas veces el destino marca el camino, sin embargo no siempre es el debido, y en un afán por alcanzarlo el ser humano deja de lado su propósito y se hace más instintivo.

Con la cepa o variante Delta del Covid, ha quedado en claro que muchos optaron por un camino erróneo.

La ciencia y Darwin aseguran que el hombre es el único animal racional, pero muchas veces esto queda en tela de duda, pues se deja llevar más por sus intuiciones y no por el raciocinio.

Durante la pandemia hubieron miles que optaron por una vía, donde un egoísmo instintivo por naturaleza, lo confundieron con libertad y heroísmo.

Desafiaron los consejos y ordenes de las autoridades sanitarias, irresponsablemente pensaron que ese espíritu de rebeldía los llevaría a estar a salvo, más sin embargo muchos de ellos ahora mismo ya no están para contarlo.

Irónicamente, y aunque la ciencia no lo tenga establecido, el ser humano también resulta ser el animal más terco sobre el planeta, por lo menos eso es lo que podemos desprender de la situación de los últimos 19 meses.

Dicen que para saber ganar hay primero que perder, lamentablemente la pandemia no da mucho margen de error, como esta corroborando esta segunda ola de hospitalizaciones y muertes que está dejando la variante Delta.

No sólo esta ocurriendo en este país, sino también en todo el mundo.

La situación que hasta hace unos meses estaba casi controlada, gracias al esfuerzo imparable del personal de salud y las autoridades del estado, esta siendo destruida por la ignorancia y la estupidez de unos pocos.

Es difícil de creer que muchos están jugando con sus vidas y la de los suyos, después de casi 20 meses de la peor pandemia que ha azotado al mundo en los últimos 100 años, no vean que el virus no es un mito, ni juego, ni una broma, por el contrario, es una realidad latente que acecha a diario.

Ya han fallecido millones, muchos de estos rebeldes talvez han conocido a alguien, o han tenido un familiar que ha perdido la batalla contra el mortal virus, sin embargo parece que están poseídos de una terquedad enfermiza que les ciega y junto a su ignorante e irresponsable actitud, ponen cada vez más en vilo el destino de todos.

Y es que el Covid y sus variantes, Gamma, Beta, y Delta, y todas las que están por venir, no toman vacaciones o desaparecen de la noche a la mañana.

Es más, la situación actual nos está mostrando que el único camino para salir de todo este embrollo y poder hacer desaparecer el virus, es el pautado por las autoridades y expertos de salud del Estado y Condado.

La ciencia y la mayor parte de las autoridades han hecho lo que se tenía que hacer, ellos nos han mostrado que podemos tener control del destino, siempre y cuando racionalicemos y no seamos impulsivos.

Por que no nos engañemos, el Covid nos está mostrando que aún tiene de largo el control de la situación, y si aquellos y aquellas que piensen que su “instinto heroico” librará a la humanidad de la caótica situación, pues que nos ampare Dios.

La batalla continua, la segunda ola de la que tanto temían los expertos y por la que tanto esfuerzo se había hecho para no sucediera, está casi en nuestras narices.

Por lo tanto, no es momento para dejarnos llevar por lo que algún “mente brillante”, léase el sarcasmo, de las redes sociales diga y se muestre como un experto en el tema, cuando su única experiencia es la de tratar de llamar la atención, o se basa en una locura conspiratoria que ha leído o que le dijo el amigo del amigo, del conocido de su trabajo.

Realmente, no nos cuesta nada seguir las pautas de usar mascarilla, desinfectarse, guardar distanciamiento social y lo más importante, vacunarse cuanto antes, porque esta última es de lejos, la herramienta y el arma más eficaz que tenemos en la guerra contra el Covid.

Seamos inteligentes y cautos, y elijamos el camino debido, porque sólo así tendremos un buen destino.