Un día sin inmigrantes: el impacto de su ausencia en la economía de EE.UU.

Por Redacción
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 Restaurantes, panaderías, florerías y tiendas de distintos rubros se sumaron a la protesta dejando en evidencia lo que ocurriría si los inmigrantes dejaran de trabajar por un día.

En el sur del Bronx, el restaurante La Morada no sirvió este lunes sus tradicionales fajitas de pollo ni su sopa de raíces. Sus dueños, Natalia Méndez y Antonio Saavedra, decidieron sumarse a la protesta con un cartel en la puerta que leía: “Estamos cerrados debido al ICE”. Para ellos, esta acción no es por miedo a las redadas, sino para visibilizar la relevancia de los trabajadores migrantes.

“¿A dónde quieren que nos vayamos, si la tierra es de quien la trabaja?”, cuestiona Méndez, quien llegó desde México en los años 90 y hoy reparte cientos de comidas gratuitas a migrantes en Nueva York. Su mensaje es claro: “Juntos somos muy poderosos, somos la resistencia”.

A casi 300 kilómetros de allí, en Maryland, Liliana Leonzo tomó la misma decisión con su restaurante Lily’s Café. “Algunos clientes no estuvieron de acuerdo, pero como todas somos inmigrantes, lo hicimos”, explica la salvadoreña. Desde hace 10 meses, Leonzo ha construido un espacio que no solo ofrece comida, sino empleo a nueve mujeres migrantes. Aunque sabe que perderán ingresos por cerrar un día, cree que el impacto del mensaje será mayor.

El efecto de la protesta se sintió en diversas ciudades. En Harlem, la Floristería Cristal no abrió sus puertas; en Raleigh, Carolina del Norte, la panadería El Pancito Bakery no horneó su tradicional pan; y en San Francisco, más de 100 vendedores ambulantes se ausentaron de las calles del Mission District.

Rodrigo López, presidente de la Asociación de Vendedores Ambulantes, destaca la importancia de esta acción. “No podemos cambiar el mundo, pero sí una cosa a la vez. Tenemos que enviar el mensaje”, sostiene. Con 34 años viviendo en EE.UU., López sabe que la ausencia de los trabajadores migrantes puede ser un golpe significativo para la economía local.

La protesta nació de un llamado en redes sociales del activista hondureño Osman Milla el pasado 27 de enero. En pocas horas, la iniciativa se viralizó, y miles de inmigrantes decidieron no asistir al trabajo ni enviar a sus hijos a la escuela para demostrar el peso de su labor en el país.

El impacto económico de la comunidad migrante es innegable. Según un informe de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y la California Lutheran University, los latinos generaron 3.7 billones de dólares en EE.UU. en 2022, superando la cifra de 3.2 billones del año anterior. Además, los trabajadores indocumentados aportaron 96.700 millones de dólares en impuestos y contribuyeron más de 22.000 millones al sistema de seguridad social.

Roxana Damas, activista de San Francisco, subraya la importancia de la protesta como una forma de resistencia pacífica. “No todo el mundo puede marchar, pero todos podemos tomar acción. Tenemos que demostrar cómo se ve el país sin nosotros”, afirma.

Los efectos de la jornada se sintieron en varios sectores. En supermercados, la ausencia de clientes latinos fue notoria. En el campo, algunos cultivos quedaron sin trabajadores. En restaurantes y tiendas, la falta de empleados complicó las operaciones diarias.

Este martes, los negocios reabrirán sus puertas, los vendedores ambulantes volverán a las calles y los trabajadores retomarán sus labores. Sin embargo, el mensaje quedó claro: la economía de EE.UU. depende en gran parte de la comunidad migrante.

Natalia Méndez lo resume en una pregunta que resuena tras la protesta: “¿Quién va a cocinar? ¿La migra?”