El verdadero tiburón que sembró el terror en 1916 y dio origen a «Jaws»

Por Redacción
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Todo comenzó con un joven tiburón blanco de 2,7 metros que, nadando frente a la costa de Nueva Jersey, atacó a cinco personas, causando la muerte de cuatro de ellas. Fue un evento sin precedentes que desplazó a la Primera Guerra Mundial de los titulares de la prensa estadounidense y puso por primera vez a los tiburones en el centro del miedo popular.

La primera víctima fue Charles Vansant, un joven recién graduado que murió en la playa de Beach Haven. En un inicio, su ataque fue minimizado por la prensa y desestimado por los científicos, quienes afirmaban que los tiburones no tenían la fuerza mandibular para romper huesos humanos. Pero cuando un segundo cuerpo apareció mordido en la arena y se repitieron los ataques, el pánico se apoderó de la región.

La prensa, incluidos medios como The New York Times, comenzó a hablar del “monstruo marino” que aterrorizaba la costa. Uno de los ataques ocurrió incluso en un estuario de río, a más de 100 kilómetros del primer incidente, y cobró la vida de un joven que nadaba con amigos. Otro hombre que intentó salvarlo también murió. La presión pública llevó a los alcaldes a cerrar playas, aunque inicialmente negaron los hechos por miedo a perder ingresos turísticos.

Finalmente, un experto del Museo de Historia Natural de EE.UU. logró identificar a la criatura como un gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias). La cacería no tardó en comenzar: hombres armados con rifles y tridentes salieron en busca del escualo. La historia terminó cuando un pescador mató al tiburón tras un violento encuentro, ganándose el título de héroe.

Décadas después, en 1974, el escritor Peter Benchley se inspiró en estos eventos reales para escribir su novela Jaws, trasladando los ataques desde Nueva Jersey al ficticio pueblo de Amity. Benchley admitió que la historia lo obsesionó, y que se basó también en las hazañas del pescador Frank Mundus, quien capturó un gran blanco de más de 1.500 kg frente a Long Island.

La novela fue un éxito inmediato y sirvió de base para la adaptación cinematográfica de Spielberg. El director reemplazó al tiburón real por una versión mecánica aún más monstruosa, dando origen al primer gran éxito de taquilla veraniega de Hollywood.

“Jaws” no solo cambió el cine, sino que también tuvo consecuencias reales para la fauna marina. George Burgess, experto en tiburones de la Universidad de Florida, sostiene que la película fomentó una visión errónea del gran blanco como cazador de humanos, lo que derivó en torneos de pesca y una matanza masiva de tiburones en las costas de EE.UU.

Con el tiempo, sin embargo, surgió un movimiento de conservación más fuerte, impulsado por el miedo y la fascinación. Las investigaciones científicas sobre los tiburones recibieron mayor financiación, y hoy se promueve una visión más equilibrada de estos depredadores como parte esencial del ecosistema marino.

El misterio sobre qué tipo exacto de tiburón causó los ataques de 1916 aún persiste. Mientras que Burgess sostiene que fue un gran blanco, otros expertos creen que pudo tratarse de un tiburón toro, conocido por su capacidad de nadar en agua dulce. Sea cual sea la verdad, esos días de terror marcaron el inicio de una historia que, medio siglo después, sigue impactando a la cultura global.