Manifestaciones masivas desafían a Trump en todo EE.UU. en defensa de la democracia

Por Redacción
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Con más de 2,000 eventos coordinados en todo el país —desde plazas comunitarias hasta capitolios estatales— el Movimiento 50501 logró una movilización que evoca el despliegue de un tejido nacional de descontento cívico. Las marchas no fueron solo una expresión de frustración política, sino un llamado vibrante a la defensa del sistema democrático.

En Love Park, Filadelfia, miles de personas se reunieron a pesar de una llovizna persistente. Pancartas con mensajes como “Deporta a los mini-Mussolinis” y “El hielo equivocado se está derritiendo” dominaron el paisaje visual. Manifestantes marcharon al ritmo de tambores y cantos como “¿De quién son las calles? ¡Son nuestras calles!” mientras se dirigían hacia el Museo de Arte de Filadelfia.

Entre los asistentes, una mujer con una réplica de la corona de la Estatua de la Libertad encabezó cánticos con un altavoz, modificando la letra del clásico “Y.M.C.A.” para calificar a Trump como “estafador”. A su lado, un hombre vestido como patriota revolucionario sostenía un cartel con una frase atribuida a Thomas Jefferson: “Todo lo que la tiranía necesita para afianzarse es que las personas de buena conciencia permanezcan en silencio”.

En Atlanta, el mitin “No Kings” colmó su aforo de 5,000 personas rápidamente, mientras miles más se congregaban en los alrededores del Capitolio estatal. En Charlotte, Carolina del Norte, los manifestantes coreaban “no tenemos reyes” y marchaban tras una pancarta que evocaba ese mismo lema.

En la costa oeste, frente al Ayuntamiento de Los Ángeles, manifestantes iniciaron un círculo de tambores antes de marchar por el centro de la ciudad. Simultáneamente, en Little Rock, Arkansas, cruzaban un puente en señal de protesta, mientras ondeaban banderas estadounidenses al ritmo de cánticos pro-democracia.

En Tallahassee, cerca de 1,000 personas se congregaron frente al antiguo Capitolio de Florida con pancartas que decían “Una nación angustiada” y “La disidencia es patriótica”. Los organizadores solicitaron evitar enfrentamientos con contramanifestantes y ser cautelosos al cruzar calles.

Una de las marchas más simbólicas está programada para llegar a Mar-a-Lago, la residencia del presidente Trump. En respuesta, el gobernador Ron DeSantis advirtió que “la línea es clara entre protesta pacífica y violencia”, dejando entrever una postura de vigilancia y represión ante cualquier altercado.

Ante la magnitud de las protestas, gobernadores de varios estados, tanto republicanos como demócratas, anunciaron la movilización de tropas de la Guardia Nacional para apoyar a las fuerzas del orden. En Virginia, Texas, Nebraska y Missouri, las autoridades advirtieron que habrá “tolerancia cero” para la violencia o interrupciones de tráfico.

“Si violas la ley, serás arrestado”, declaró el gobernador republicano de Virginia, Glenn Youngkin. Mientras tanto, en California, todos los agentes estatales fueron puestos en “alerta táctica”, cancelando sus días libres.

En Minnesota, el gobernador Tim Walz pidió evitar concentraciones públicas tras un tiroteo dirigido a legisladores estatales. En el estado de Washington, el gobernador demócrata Bob Ferguson instó a los ciudadanos a mantener la protesta pacífica para evitar la justificación de una intervención militar por parte del gobierno federal.

“Donald Trump quiere poder decir que no podemos manejar nuestra propia seguridad pública en el estado de Washington”, declaró Ferguson en redes sociales.

El nombre del movimiento —50501— simboliza la unión de los 50 estados, 50 protestas y un solo objetivo: la defensa de la democracia. El lema “No Kings” hace eco de los principios fundacionales de la nación, en rechazo a cualquier intento de concentración de poder al estilo monárquico.

Las protestas surgieron como respuesta directa a las recientes redadas de inmigración ordenadas por Trump, que incluyeron el despliegue de marines y Guardia Nacional en Los Ángeles. En esa ciudad, los manifestantes bloquearon autopistas y quemaron vehículos, aumentando la tensión entre el gobierno federal y los gobiernos locales.

Para dimensionar el alcance de las movilizaciones, basta con imaginar que el movimiento “No Kings” hubiera ocurrido fuera de Estados Unidos.

Las más de 2,000 ciudades donde se registraron marchas equivaldrían a manifestaciones simultáneas en casi todas las capitales y principales urbes de Europa, desde Lisboa hasta Bucarest, pasando por París, Berlín, Roma, Madrid, Varsovia y Atenas. En términos poblacionales, la suma de quienes salieron a protestar en EE.UU. —cientos de miles, quizás millones— sería comparable a si toda la población de países como Noruega, Irlanda, Líbano y Jordania se movilizara al mismo tiempo en defensa de sus derechos.

Es como si toda Europa Occidental y parte del Medio Oriente se alzaran en una sola voz. La extensión territorial cubierta por las protestas, desde las costas del Pacífico hasta el Atlántico, iguala o supera la de cruzar desde Portugal hasta Turquía, con la diferencia de que aquí, todos los focos de resistencia están dentro de un solo país, dirigido por un solo presidente.

En medio de las celebraciones oficiales por el 250 aniversario del Ejército y el cumpleaños del presidente Trump, el país también celebra —aunque con indignación— su derecho a disentir. La movilización nacional de este fin de semana es una prueba viviente del valor de la Primera Enmienda.

Lo que está en juego no es simplemente la aprobación o rechazo de una figura política, sino la vigencia de los pilares democráticos en un momento crítico de la historia estadounidense.

Mientras la Guardia Nacional patrulla las calles y los políticos emiten llamados a la calma, el pueblo ha dejado claro que la democracia no es un regalo, sino una responsabilidad compartida que se ejerce, se defiende y, cuando es necesario, se grita desde las calles.